No sólo la complejidad de los fenómenos urbanos aumenta, sino también nuestra capacidad para ser conscientes de que dicha complejidad crece. Así, continuamente aparecen nuevos textos que, como estos tres libros tan diversos, intentan reflexionar históricamente sobre fenómenos urbanos característicos del siglo XX que puedan ayudar a entender la condición contemporánea de las metrópolis. Estos tres volúmenes tienen otro punto en común: proceden de tesis doctorales que han sido revisadas y publicadas.
El libro de Eduard Masjoan surge desde la disciplina de la historia económica, y parte de la voluntad de recuperar el pensamiento anarquista ibérico de las tres primeras décadas de nuestro siglo, más tarde dramáticamente obligado al exilio o a la desaparición. En su texto Masjoan reivindica la tradición del urbanismo anarquista y naturalista, ecologista y feminista, que defendía unas ciudades- jardín de crecimiento limitado, y que fue pisoteado por el urbanismo desarrollista de Le Corbusier y el GATEPAC. Si bien muchas de estas propuestas han sido manipuladas después para promover suburbios-jardín y barrios cerrados, queda todavía pendiente una interpretación rigurosa de sus ideas iniciales.
Originariamente una tesis leída en 1974, el libro de Joan Busquets se ha difundido en modestas ediciones universitarias y durante años ha sido estímulo para abordar trabajos similares. Partiendo de la teoría urbanística, su autor analiza uno de los fenómenos clave de las grandes ciudades en las últimas décadas: el crecimiento descontrolado de los barrios marginales y autoconstruidos. Su análisis se centra en el caso de las llamadas coreas en Barcelona. Al sistematizar las lógicas parcelarias en relación a los procesos constructivo-económicos, tuvo una gran influencia sobre los procesos reales que en los años setenta se introdujeron para urbanizar y consolidar dichos tejidos espontáneos, integrándolos a la ciudad.
Por último, el libro de Carlos García Vázquez aborda desde la disciplina de la crítica de arquitectura uno de los nudos emblemáticos de la evolución de las ciudades europeas en el siglo XX: la Potsdamer Platz. Primero fue escenario del Berlín pujante de principios de siglo y del periodo de entreguerras; luego se convirtió en vacío desolado y desértico, testimonio de una trágica división y de cuatro sucesivas destrucciones; y actualmente es el foco de transformación del área en un gran centro económico, siguiendo las pautas de la globalización y el neoliberalismo —grandes inversores, sedes de multinacionales obra de despachos internacionales— y con una estructura urbana que imita a la ciudad tradicional pero pensada exclusivamente desde la lógica del consumo.