La publicación de los cuatro tomos de Atlas. Arquitecturas del siglo XXI constituye el mayor acontecimiento editorial de la primera década de este siglo. En 2007, Luis Fernández-Galiano, con el apoyo de la Fundación BBVA, editó Atlas. Arquitectura global circa 2000, que contenía un panorama de las principales obras realizadas en los cuatro puntos cardinales del planeta. Se evidenció entonces que la intensidad constructiva desarrollada entre finales del siglo XX e inicios del XXI no podía ser presentada en el limitado espacio de un tomo de 300 páginas. De ahí que se llevara adelante el ambicioso proyecto de dividir salomónicamente el mundo en cuatro partes, y, sucesivamente, hasta el año 2012, fueron apareciendo los volúmenes dedicados a Asia y el Pacífico, América, África y Oriente Medio y, finalmente, Europa.
El fervor de Fernández-Galiano por la buena arquitectura lo lleva a observar el mundo con una confianza en el futuro de la humanidad que deja de lado las crisis económicas, la especulación inmobiliaria, los conflictos políticos y las tensiones religiosas, desde la convicción de que todavía es posible concretar una arquitectura culturalmente significativa. Nos apretamos cada vez más en el pequeño planeta Tierra, y deberíamos sentirnos partícipes en la conservación de la ‘aldea global’ a la que se refería Buckminster Fuller. Y la sensación de pertenencia a ella el editor nos la recuerda con insistencia en cada uno de los cinco volúmenes: la visión de la Tierra identifica cada región, y en ella se repiten los colores que representan océanos, desiertos, territorios fértiles y nubes pasajeras, límites físicos de nuestro espacio vital.
Esta obra monumental que suma casi 1.500 páginas constituye una hazaña editorial, porque se aleja radicalmente de los tradicionales coffee table books que documentan la arquitectura contemporánea a través de catálogos de fotos espectaculares, pero carentes de una documentación apropiada sobre los edificios, y acompañados por banales textos críticos. Por el contrario, los cuatro han contado con más de cuarenta críticos y scholars especializados en cada una de las regiones tratadas, autores de los textos introductorios que explican en detalle la realidad de los diferentes países. La presentación gráfica de las obras seleccionadas, exhaustiva y detallada, está precedida, así, por un corpus teórico de una consistente profundidad.
Desde el primer tomo, los objetivos de la colección quedaban patentes: presentar las espectaculares obras ‘globales’ producidas por los miembros del jet set internacional; evidenciar la existencia de jóvenes y modestos profesionales de talento activos en las regiones más disímiles del planeta, y rescatar los espacios ‘oscuros’ de los diferentes continentes en los que la miseria y la pobreza no ha impedido la existencia de una arquitectura de calidad orientada a satisfacer las necesidades básicas de la comunidad. De ahí que Atlas. Arquitectura global circa 2000 se abriese con el Museo Guggenheim de Bilbao de Frank Gehry y se cerrase con la poética obra regionalista de Renzo Piano: el Centro Cultural Jean Marie Tijbaou en Nouméa. En los siguientes volúmenes se alternan los extremos, que van desde la torre Burj Khalifa en Dubái, hasta el café Wind & Water construido con bambú en Ciudad Ho Chi Minh. Es un paseo universal en el que contrastan las oficinas internacionales con la escala artesanal de los arquitectos que operan en Bangladesh, Burkina Faso, Noruega o Paraguay. En definitiva: una meritoria visión planetaria, nunca lograda hasta el presente.