El término ‘alfombra urbana’ utilizado por la arquitecta iraquí describe el flujo ininterrumpido entre el espacio urbano y el interior de su arquitectura. La calle que se extiende hasta el edificio convirtiéndose en muro o plataforma que, a su vez, se vuelve suelo plegado y techo, refleja las superficies en movimiento de su producción. Si antes se expresaba sobre todo con arquitecturas de papel, la ganadora del Pritzker 2004 afronta cada vez más el reto de construir sus osados trazos. En dos monografías se presentan sendas realizaciones recientes.
La terminal de Estrasburgo, ganadora del premio Mies van der Rohe en 2003, y el Museo de Arte Contemporáneo en Cincinnati, primer edificio que ha construido en Estados Unidos, aparecen en ediciones que son como trajes a medida, ‘alfombras’ que a partir del contenido se extienden hasta el diseño de las portadas. Publicados en el denominado por muchos como el año Zaha, muestran con generosidad y detalle su arquitectura, funcionando a modo de lupa frente a otros libros, como los cuatro volúmenes de su obra completa que Thames & Hudson acaba de publicar.