Pese a todo, las bienales siguen manteniendo su ascendiente sobre los temas que manejan los artistas y arquitectos. Registran ciertas preocupaciones cuando menos, y en el mejor de los casos contribuyen a dar forma a las ‘agendas’, siquiera sea durante el tiempo en que se mantienen encendidos los focos de la atención mediática.
Los focos se han dirigido ya a la recién inaugurada 18.ª Bienal de Arquitectura de Venecia, dirigida en esta ocasión por la arquitecta, escritora y activista ghanesa Lesley Lokko. Es la primera vez que un africano lleva las riendas de una muestra que, también por primera vez, tiene como tema África, y que además se precia de que la mitad de sus 89 participantes tengan aquel origen, de que se haya alcanzado la paridad de género y de que la media de edad haya bajado hasta los 37 años. Su título, ‘El laboratorio del futuro’, alude a la necesidad de repensar África y de utilizar la imaginación de manera crítica para hacer frente al porvenir del continente desde la exigencia ética de valorar las poderosas y complejas culturas y sociedades africanas.
Es imposible no mirar con benevolencia las tan bienintencionadas como necesarias tesis de Lokko. Pero solo el tiempo podrá decir si sus empeños institucionales han dado algunos frutos o si, como sugiere Focho, las aspiraciones se quedarán en el papel mojado de los muchos relatos que ya han tenido como escenario a la irreal Venecia de las bienales.