Regionalismo y arquitectura en España (1900-1930)
Una de las facetas más atractivas de la que se ha llamado «Edad de Plata» de la cultura española es, sin duda, el fenómeno regionalista en sus dos niveles básicos: el político y el cultural. Sin embargo, la fundamental aportación de la arquitectura a la hora de diseñar el cuadro físico de aquel proceso y de definir sus imágenes, sigue siendo ignorada por quienes han hecho la historia del primer tercio del siglo XX. Ignorancia esta vez culpable por cuanto que una reciente y seria bibliografía pone a su alcance situaciones que servirían para argumentar más solida y ampliamente el soporte y la encarnadura social del regionalismo. Los historiadores vienen apoyándose, habitualmente, en testimonios literarios, pictóricos y musicales para argumentar sobre «el redescubrimiento de una España plural», como escribe certeramente Jover (1), uno de los pocos historiadores, por no decir el único, que entiende y utiliza la experiencia arquitectónica como ingrediente de la Historia. Pero, en general, se olvida a menudo que el marco de la ciudad, la vivienda, el lugar de trabajo o la arquitectura del ocio tuvieron tanta o más resonancia y significación que la novela de Pereda, un paisaje de Beruete o las Danzas de Granados. Aquí, una vez más, la arquitectura vuelve a comportarse como matraz de la Historia, en la que ésta se condensa y solidifica. Es más, el amplio proceso regionalista español (ideológico, político, literario, etc.), iniciado bajo la Restauración y acrecentado durante el reinado de Alfonso XIII, quedaría incompleto si no llegamos a conocer el brillante colofón de la arquitectura regionalista...[+]