Regionalismo y arquitectura en España (1900-1930)

Pedro Navascués 
01/01/1985


Una de las facetas más atractivas de la que se ha llamado «Edad de Plata» de la cultura española es, sin duda, el fenómeno regionalista en sus dos niveles básicos: el político y el cultural. Sin embargo, la fundamental aportación de la arquitectura a la hora de diseñar el cuadro físico de aquel proceso y de definir sus imágenes, sigue siendo ignorada por quienes han hecho la historia del primer tercio del siglo XX. Ignorancia esta vez culpable por cuanto que una reciente y seria bibliografía pone a su alcance situaciones que servirían para argumentar más solida y ampliamente el soporte y la encarnadura social del regionalismo. Los historiadores vienen apoyándose, habitualmente, en testimonios literarios, pictóricos y musicales para argumentar sobre «el redescubrimiento de una España plural», como escribe certeramente Jover (1), uno de los pocos historiadores, por no decir el único, que entiende y utiliza la experiencia arquitectónica como ingrediente de la Historia. Pero, en general, se olvida a menudo que el marco de la ciudad, la vivienda, el lugar de trabajo o la arquitectura del ocio tuvieron tanta o más resonancia y significación que la novela de Pereda, un paisaje de Beruete o las Danzas de Granados. Aquí, una vez más, la arquitectura vuelve a comportarse como matraz de la Historia, en la que ésta se condensa y solidifica. Es más, el amplio proceso regionalista español (ideológico, político, literario, etc.), iniciado bajo la Restauración y acrecentado durante el reinado de Alfonso XIII, quedaría incompleto si no llegamos a conocer el brillante colofón de la arquitectura regionalista...[+]


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