El 17 de septiembre se estrena una nueva adaptación del clásico de ciencia ficción de Frank Herbert, dirigida por Denis Villeneuve. Un reto por el que ya pasaron cineastas como David Lynch o Alejandro Jodorowsky.
Frank Herbert (1920-1986) publicó Dune en 1965. No fue un éxito de ventas inmediato, pero ganó los dos premios más prestigiosos de la ciencia ficción: el Nebula en su primera convocatoria y el Hugo (ex aequo con Tú, el inmortal de Roger Zelazny). Herbert escribiría cinco secuelas y, tras su fallecimiento, su hijo Brian, en colaboración con Kevin J. Anderson, ha creado varias precuelas y secuelas.
Para explicar la enorme relevancia de Dune conviene contextualizarla en la época en que fue escrita: la década de los sesenta, que revolucionó la ciencia ficción. Los cincuenta estuvieron marcados por las invasiones marcianas en el cine americano (trasposición del miedo a la colonización comunista), mientras que en literatura autores como Asimov –Yo, robot, Fundación– y Bradbury –Crónicas marcianas, Farenheit 451– sentaban las bases contemporáneas del género. En los sesenta, incorporando ideas de la creciente contracultura como el miedo al control mental del estado, la alteración de la conciencia mediante alucinógenos o las búsquedas espirituales, llegaron hitos como El hombre en el castillo, Los tres estigmas de Palmer Eldrich y ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (punto de partida de Blade Runner) de Philip K. Dick; 2001, una odisea espacial del británico Arthur C. Clarke, Matadero 5 de Kurt Vonnegut, Solaris del polaco Stanislaw Lem…
La Vanguardia. ‘Dune’: del libro a la pantalla