A la manera de Frank Sinatra y aquel lema suyo (o apropiado) con el que hizo diana -"yo no vendo voz, yo vendo estilo"-, Arata Isozaki (Oita, Japón, 1931) tiene por lema una frase de las que también hacen escuela y pierden dueño: "Prefiero tener ideas a tener estilo". El feliz inconveniente es que ambas sustancias son parte de su arquitectura. Y por esa combinación, entre otros méritos que no saben de límites, le ha sido concedido el Premio Pritzker de arquitectura, el más importante de los galardones con los que cuenta el oficio.
Isozaki, autor del Palau Sant Jordi, no busca dejar huella en el sitio sino adaptarse al lugar hasta que el encuentro de su proyecto con el entorno se convierta en una sola superficie, en un mismo paisaje, en una única expresión. "La arquitectura es una cuestión de equilibrios entre condicionantes", asegura...