A lo largo de once años, las sucesivas ediciones del pabellón de verano de la londinense Serpentine Gallery han tenido como autores a algunas de las estrellas más rutilantes del panorama arquitectónico contemporáneo, como Rem Koolhaas, Kazuyo Sejima, Zaha Hadid, Souto de Moura y Siza o Jean Nouvel, cuyos proyectos han provocado un gran ruido mediático, convocando a las masas de visitantes que, cada verano, acudían al pabellón. No menos rutilante que las anteriores, la estrella de Peter Zumthor es, sin embargo, más silenciosa, de ahí que su propuesta para la edición de 2011 —que permanecerá abierta en Kensington Gardens hasta octubre— haya renunciado a seguir la estela de otras intervenciones más icónicas, espectaculares y quizá afines al público, proponiendo una caja de madera negra, discreta y silente.
Inspirada en la tradición de la arquitectura monacal organizada en torno a patios ocupados por huertos o jardines, Hortus conclusus —nombre con que el propio Zumthor ha bautizado el pabellón— se concibe con un sentido minimalista, espiritual e íntimo que contrasta con el carácter expresivo, festivo y multitudinario que cabría esperar en este tipo de propuestas. La arquitectura de este jardín cerrado —en cuyo diseño ha participado el paisajista holandés Piet Oudolf— recuerda también a ejemplos tan paradigmáticos de la obra de Zumthor como las termas en Vals o la capilla Bruder Klaus, con los que comparte su vocación contemplativa, su refinamiento en el uso de los materiales y su énfasis en el juego perceptivo que el visitante establece con la atmósfera arquitectónica, definida por la relación entre la luz, la sombra y, en el caso del pabellón de Londres, la reposada simbiosis con las formas de la naturaleza.