Tres décadas de carrera como arquitecto y profesor, un elegante corpus construido y multitud de premios dan forma a la brillante trayectoria de uno de los maestros de la arquitectura contemporánea suiza: Valerio Olgiati.
Sus obras se caracterizan por la pureza y autonomía de sus formas, la solidez y la gravedad material, y la abstracción y laconismo tan característicos de la arquitectura helvética. Olgiati se concibe a sí mismo como un arquitecto que ‘piensa y crea el espacio’, como autor de ‘una arquitectura cultural y no política’, y declara su ambición por crear una ‘arquitectura no referencial’, que surja de sí misma y que no otorgue valor al empleo de tipologías o estudios precedentes, sino que, por el contrario, considere la experiencia del espacio como la base fundamental para generar los edificios.
Editado en esta ocasión por el propio Olgiati junto a Dino Simonett, el tomo aquí recogido —cuyas grandes dimensiones poco tienen que ver con la comedida escala de la arquitectura de Olgiati—, supone la continuación de un trabajo iniciado diez años antes con la publicación de un primer volumen monográfico con la editorial Verlag der Buchhandlung; un libro en el que se incluían obras tan celebradas como la Gelbe Haus (Casa amarilla) en Flims (1999), el Estudio Bardill en Scharans (2007) o el Centro del Parque Nacional en Zernez (2008).
En esta segunda entrega (a diferencia del primer libro en el que los textos de cuatro autores distintos acompañaban los proyectos en una suerte de relato ilustrado), apenas 150 palabras escritas por Olgiati a modo de introducción dan paso a un recorrido por una selección de 19 obras y proyectos ordenados cronológicamente. Un recorrido que se inicia en 2009, año en el que Olgiati traslada su estudio de Zúrich a Flims, una pequeña localidad de los Alpes situada en el catón de los Grisones. Para terminar, a modo de coda, un texto de Jacques Lucan busca descifrar los intereses, obsesiones, mitos y referencias que subyacen a las raíces y el origen de sus edificios.
El resultado es un compendio impresionista en el que las 19 obras se presentan con un mismo lenguaje estético en unas aperturas en las que los vacíos pesan tanto como los llenos. En cada página se dispone ora una imagen a gran tamaño, ora un plano sencillo con información técnica. Como novedad gráfica respecto al tomo anterior, Olgiati incorpora en los dibujos la textura del hormigón —único material con el que, según él, se puede alcanzar la unidad total de un edificio— mediante el empleo de técnicas digitales. Los diez años aquí recogidos incluyen excelentes ejemplos de arquitectura, como el aguzado Auditorio Plantahof en Landquart (2011), la modesta marquesina de entrada al Parlamento de los Grisones en Chur (2011), o la radical Villa Álem en Portugal (2016), una singular vivienda-patio construida para sí mismo y su mujer en medio de un paraje recóndito en el Alentejo portugués (véase Arquitectura Viva 183).
Además, en este libro se aprecia, por un lado, un visible proceso de internacionalización de la obra de Olgiati —con proyectos en Perú, Alemania o EE UU, además de Portugal—, que se concentraba hasta ahora en su país natal; y, por otro, una evolución en su lenguaje arquitectónico, al que incorpora de forma decidida el arquetipo de la casa tradicional.
La impresión final es que nos encontramos ante un manifiesto estético-teórico inacabado, ya que tanto el pensamiento como el lenguaje de Olgiati están en constante evolución.