La publicación de On Bramante es un importante acontecimiento en el panorama arquitectónico; un libro que fija la postura, hasta ahora latente, de una generación que ya ha dejado múltiples manifestaciones; y un despliegue editorial semejante al de la revista San Rocco dirigida, junto con Kersten Geers, por Pier Paolo Tamburelli. A este arquitecto y editor le faltaba un ensayo categórico, apasionado y apasionante, también certero, como el que ha pergeñado ahora tras años de investigación y escritura, y cuyo título no deja duda de quién es el protagonista del relato, aunque esconda otro que enseguida se revela aún más importante: la arquitectura contemporánea.
Con una visión que ofrece distintas interpretaciones de la obra del maestro y las proyecta sobre el presente para arrojar luces y alguna sombra, el libro es una aventura intelectual, una inmersión prodigiosa en el periodo renacentista y a la vez en nuestra frágil condición contemporánea. No encontrará el lector una utilización vulgar de Bramante; Tamburelli tiene un genuino interés por sus trabajos y por examinar lo que otros importantes estudiosos han dicho de él a lo largo del tiempo. Pero además de una investigación histórica, el volumen es una novela mezclada con un ensayo que cuestiona, a veces vivamente, las tesis de esos académicos y críticos, en ocasiones contradictorias entre sí.
Lo que distingue a Tamburelli de sus autores de referencia es su genuino interés por el presente, por los arquitectos de hoy y nuestra falta de certidumbre, de consistencia, nuestra transformación en modistas del negocio inmobiliario a escala planetaria, nuestro conformismo reaccionario como colectivo. Por ello, a ratos parece que Bramante dialoga secretamente con Tamburelli y le ayuda a establecer una continuidad entre la Antigüedad clásica, el Renacimiento, la Ilustración, e incluso la Tendenza italiana. Esa voz le dice que el maestro no es tanto un arquitecto como alguien que se dedica a un ‘arte de lo público’, un arte que congela el tiempo y lo extiende infinitamente. Alguien que navega sin entretenerse en contingencias, con un lenguaje transpolítico y transfuncional, que entiende la arquitectura como el lugar en el que la máxima precisión coincide con la máxima indeterminación de particularidades en el espacio.
Dividido en distintos ensayos breves, el libro produce un efecto caleidoscópico. Cada instancia o capítulo parece específico, pero todos redundan casi siempre sobre lo mismo: el descubrimiento de Bramante del arte romano como lenguaje atemporal y, por tanto, siempre relevante en cualquier espacio o época. Este planteamiento hechiza al autor —y muy probablemente al lector— y le lleva a transitar por la obra del maestro italiano, repasando sus referencias coetáneas (pocas), su evolución como artista y su forma de entender la arquitectura desprendida de detalles autobiográficos, y presentar a Bramante como un legado a nuestra disposición hoy.
Tamburelli tiene la habilidad de hacer creer que Bramante posee una forma de estar en el mundo operativa y, a la vez, sin compromiso, libre: una especie de ángel arquitecto que flota en una realidad bellísima, atemporal, ubicua, a la vez que propia de su momento y de su mundo. ¿Es esto exagerado? Sí, sin duda, pero esa sensación de droga dulce que el libro deja es adictiva y anima a seguir avanzando en su lectura. ¿Existió (o existe) en realidad una arquitectura así? ¿Es esa espiritualidad flotante lo que perdemos con nuestros banales compromisos, con tonterías como la función, la materia, la escala o la empatía con nuestro contexto?
On Bramante no es solamente un libro que permite entender una posible forma de ser arquitecto hoy; también es una publicación académica bien trabajada que pretende entrar en la mente y la cultura de Bramante, en cómo se construyó a sí mismo en contraste con la manera de entender la arquitectura de sus coetáneos más cultos, atravesando los diferentes momentos de su obra hasta sorprendernos con un final históricamente muy complejo: la crisis política y religiosa que desencadenó la Reforma protestante, momento en el que Bramante y sus trabajos vaticanos juegan un papel crucial, como el del papa Julio II o Martín Lutero.
Termino subrayando el cuidadoso diseño del libro, tanto en lo referido a su estructura interna y la claridad de su lectura, como al aspecto propiamente dicho. La obra de Tamburelli supone una gran contribución a la pregunta siempre pertinente de por qué y hasta qué punto el pasado informa el presente con más luz y criterio que los abundantísimos discursos oportunistas que proliferan en el mundo académico y editorial actual.