La arquitectura del museo funciona como un imán, atrayendo a la gente hacia un recorrido que comienza con la gran entrada en espiral. Este viaje espacial está inspirado por varias historias que manifiestan la relación entre el sol y la luna o el agua
El oasis funciona como elemento central del proyecto y se cubre, para generar condiciones de confort, con una lámina curvada —como metáfora del Corán— acabada en oro y que apoya sobre cuatro edificios destinados a los programas de interior.
La propuesta consiste en una plaza con un cráter de agua central, cubierta por un gigantesco toro que procura al espacio abierto inferior las condiciones de confort a través de su sombra, cuya evolución a lo largo del día otorga dinamismo al espacio.
Cinco plazas en torno a una biblioteca configuran la propuesta y simbolizan los cinco pilares del Islam; la planta principal y los accesos se encuentran cinco metros por debajo del nivel de la calle con el fin de alejar el complejo del caos de la ciu
El complejo se configura mediante dos jardines —el de acceso a cota 0 y el interior a cota -5—, cuatro ‘tiendas’ situadas en sus ángulos, cuya repetición geométrica sirve para dar unidad al conjunto, y un ‘puente’ que apunta hacia Medina.
A fin de producir diferentes atmósferas, la propuesta concibe un tapiz mediante un conjunto de volúmenes y paisajes cuyo centro de convergencia es la Espiral de Oro; bajo ésta se halla la imponente cúpula del Centro Acústico, espacio para la lectura
El diseño incide en la idea de oasis como paisaje y apuesta por el land art: la gran cubierta tridimensional apoya sobre cinco columnas que contienen las comunicaciones verticales; sus teselaciones están inspiradas en la arquitectura tradicional.
De geometría circular, el proyecto cumple el objetivo de amortiguar el ruido de los flujos regulares del aeropuerto mediante cubiertas elevadas y muros en terrazas con vegetación, que hacen referencia a la ciudad islámica y a los jardines de Babiloni
