En enero de 1924, el diseñador industrial André Citroën abrió en la plaza Sainctelette de Bruselas la primera sucursal de su marca automovilística fuera de Francia. Años más tarde, en 1933, y siguiendo los bocetos originales realizados por el propio
Símbolo de una industria en declive, el taller de Citroën—cuyo diseño reflejaba el espíritu moderno de la época— forma una isla urbana junto al canal de Bruselas. El proyecto tiene como objetivo recuperar el lugar y restaurar la visión de André Citro
Para liberar gran parte del complejo, posibilitando su uso flexible y no reglado, se incluye una nueva pieza que albergue los espacios de logística, oficinas, auditorios, y museo, este último con forma de monolito ciego y masivo con cuatro losas monu
El proyecto propone la creación de una serie de piezas arquitectónicas que ordenen y jerarquicen el gigantesco interior del complejo, proporcionando al museo los espacios que requiere para albergar sus diversas colecciones, exposiciones y programas..
La propuesta hace eco de la producción industrial incorporando una grúa de pórtico en el eje este-oeste que permitirá el traslado de obras pesadas que lleguen en camión o barco, así como elementos móviles que facilitan la configuración flexible del e
Bajo una misma cubierta se congregan todo tipo de espacios expositivos complementarios al museo: la galería periférica, abierta a la ciudad, el garage, para muestras temporales, experimentos y eventos a gran escala, el showroom y el Museo Intersticia
La sustracción como estrategia para ordenar, conectar, y generar nuevas posibilidades en los espacios, se ve reflejada en un corredor al aire libre que divide la fábrica en dos partes: una nueva conexión entre el museo y el showroom, y el vaciado de
El antiguo e icónico showroom se convierte en entrada principal del nuevo conjunto, donde la producción artística reemplaza la industrial, añadiendo tres volúmenes y redefiniendo el sistema de circulaciones como espacio publico y de exposición... [+]
