La mayoría de las historias de la arquitectura del siglo XX retratan a Peter Behrens (1868-1940) como pionero y figura de transición entre la herencia del siglo XIX y el Movimiento Moderno, como maestro de maestros —no en vano, Walter Gropius, Mies van der Rohe, Meyer o Le Corbusier aprendieron con él—, o como autodidacta, docente y pensador; pero sobre todo lo presentan como el arquitecto que diseñó uno de los hitos de la arquitectura industrial moderna: la fábrica de turbinas de la AEG en Berlín (1908-1909; arriba).
Stanford Anderson, jefe del departamento de Arquitectura del Massachusetts Institute of Technology, comenzó este estudio gracias a la concesión de una beca Fullbright en Alemania entre los años 1961 y 1962. Su trabajo pretendía ser un estudio histórico, que aportara algunos matices nuevos respecto a monografías anteriores centradas en el periodo más activo del arquitecto. Con los años, Anderson revisó las tesis que manejaban otras investigaciones publicadas a uno y otro lado del Atlántico y ciertas opiniones que, como la de Philip Johnson, discrepaban acerca de la importancia de la fábrica de turbinas, decantándose por obras de corte más clasicista tales como la fábrica de motores pequeños de la misma empresa en Berlin Wedding (1910-1913), o la Embajada Imperial alemana en San Petersburgo (1911-1912).
El libro que ahora publica MIT Press —resultado de tres décadas de investigación y reflexión— reúne gran parte del texto original, revisado y ampliado, que en su día publicó por entregas la revista Perspecta, aunque aporta nuevos datos acerca del personaje que intentan aclarar aspectos oscuros de su biografía tales como su relación, a través de AEG, con los sueños urbanísticos de Hitler de un eje monumental para Berlín.
El libro muestra el contexto cultural en el que trabajó Behrens, sus primeros años de profesión y la relación entre su casa en la Colonia de Artistas de Darmstadt con sus ideas sobre una sociedad donde la vida se entendiese como arte. También lo presenta en su cargo de director de la Escuela de Artes y Oficios de Düsseldorf (1903- 1907), y divide su experiencia berlinesa en cuatro etapas: arquitectura moderna e industria; diseño industrial; arquitectura para la industria; y expresión y convencionalismos. Para terminar, añade un capítulo dedicado a los años de entreguerras y pone el punto final con un exhaustivo listado de su obra y una extensa bibliografía.
En vista de los años dedicados a este estudio y de la amplitud de sus miras, no cabe duda de que nos encontramos ante una monografía imprescindible sobre Behrens, el arquitecto del que Mies aseguró haber aprendido ‘la gran forma’.