Desde que empezaron a pensar en la ampliación de la fábrica Aplix en Nantes, el presidente de la empresa y su arquitecto, Dominique Perrault, imaginaban un libro con fotografías de André Morin. Empezando por la faja que envuelve éste, con una reproducción de la larguísima fachada, y por las letras plateadas de la portada, esta publicación puede entenderse como un proyecto paralelo a la obra arquitectónica: en su concepción, con textos de Perrault, del cliente y del fotógrafo; en el proceso de construcción, minuciosamente descrito con imágenes en blanco y negro; y en el resultado final, mostrado a través de un amplio reportaje a color. Las páginas metálicas que se han intercalado entre las fotografías extraen el edificio del mundo plano haciéndole tomar cuerpo y proponiendo al lector un juego de equívocos entre la realidad y su imagen reflejada en el espejo. Queda claro que el principal motivo de este proyecto fabril es la piel de acero pulido que lo envuelve, reflejando la luz y multiplicando el paisaje al darle profundidad. Una rigurosa malla de 20 x 20 convierte el solar en un gran crucigrama donde las palabras que se cruzan son los flujos productivos, cada vez más complejos, y los cuadros negros son los patios por los que el edificio respira y se esponja.