Construida en la década de 1970 por Bernard Schoeller en el marco de un plan de desarrollo de los equipamientos deportivos estatales, la piscina Tournesol de Lingolsheim (Francia) se ha renovado gracias a una intervención capaz de transformar el aspecto del edificio, mientras que su esencia permanece intacta. La nota característica de este proyecto reside en su cúpula, autónoma desde el punto de vista formal, que se rehabilita guardando el máximo respeto posible hacia la construcción original.

La reforma de la cubierta mantiene tanto el esquema de su predecesora —36 arcos metálicos, de los cuales una tercera parte son retráctiles— como su particular sistema de grandes puertas correderas, que se abren hasta 120 grados siguiendo unos raíles de traza circular. La envolvente exterior, sin embargo, se transforma en una piel de caucho negro que mejora sustancialmente el comportamiento térmico global. El conjunto es atravesado por una red de lucernarios con doble capa de vidrio translúcido, que se disponen según un orden radial.

La intervención ha consistido además en la demolición de las diferentes ampliaciones de la piscina construidas a lo largo del tiempo y su sustitución por un pabellón anexo en forma de boomerang que no toca la estructura. El resultado es un espacio capaz de relacionarse con su entorno de una manera muy directa a través de esta gran compuerta móvil, que funciona a la vez como cubierta y como cerramiento vertical y que demuestra que, algunas veces, la mejor opción para el desarrollo de un proyecto nuevo pasa por la puesta en valor de lo preexistente.