Gramáticas pedagógicas

El acero como idioma americano

Luis Fernández-Galiano 
31/12/2001


Mendelsohn, Peterhans, Hilberseimer & Mies frente al auditorio de Chicago, c. 1940

Mies se instala en Estados Unidos en 1938 sin saber inglés, y sin saber tampoco el lenguaje de la construcción americana. Pero durante su primera década en Chicago este alemán taciturno desarrolla el vocabulario y la sintaxis de un idioma vernáculo industrial, y al terminar la segunda esa lengua exacta y anónima será el esperanto corporativo del mundo que vive bajo la pax americana; durante su tercera y última década, el maestro artrítico disfrutará del reconocimiento unánime que le otorga ser el arquitecto más imitado, aunque tras su muerte en 1969 la admiración coral se tornaría en censuras a su idealismo platónico, a su abstracción hermética y a su refinamiento elitista: un clima de revisión, propiciado por la cambiante temperatura política de los tiempos que alcanzaría a empañar su centenario en 1986, celebrado con tibieza incluso por el propio MoMA que alberga su legado y de cuyo proyecto moderno difícilmente puede separarse. Al fin y al cabo, fue la tenacidad del director del museo, Alfred Barr, la que consiguió para Mies el encargo que lo llevaría a América: tras fracasar en el intento de adjudicarle la ampliación del edificio, para la que Nelson Rockefeller y el ala conservadora-nacionalista del patronato eligieron a Philip Goodwin y Edward Durrell Stone, Barr persuadió a Helen Resor, su aliada en el ala progresista-internacionalista del MoMA, para que contratase a Mies como arquitecto de las obras de su rancho, lo que hizo después de despedir a Goodwin, que dejó en cimientos una casa proyectada a caballo de un arroyo. Para completarla fue invitado Mies a un viaje de seis semanas que acabaría siendo de ocho meses, durante el cual fue madurando la idea de trasladarse definitivamente, y poco antes de cuyo término negociaría en Chicago el contrato docente que le permitiría instalarse en América... [+]


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