Los proyectos teóricos

Formas para después de una guerra

Luis Fernández-Galiano 
31/12/2001


Mies, de espaldas a la cámara, en la primera Feria Internacional Dadá en Berlín, 1920

El vendaval de la Gran Guerra demolió el edificio del Antiguo Régimen y, con él, tanto las viejas certidumbres intelectuales como las tradicionales normas estéticas. Tras el trauma bélico, muchos arquitectos —especialmente en la derrotada Alemania— se refugiaron en un misticismo medievalista que no es fácil separar del nacionalismo romántico empeñado en hallar las raíces de la identidad en un pasado mítico, y que acabaría fundiéndose con un expresionismo arcaizante y goticista de formas cristalográficas, gestos exacerbados y luminosidad redentora. No fue éste el caso de Mies, cuyo morigerado equilibrio y sensibilidad clasicista vacunaban frente al entusiasmo contagioso del expresionismo más extremo. Sin embargo, el paréntesis de la guerra y los años siguientes de escaso trabajo profesional marcaron también una inflexión en su biografía: distanciándose progresivamente de su mujer y sus tres hijas, Mies adoptó el modo de vida de un artista independiente, dedicado enteramente a su trabajo creativo, en contacto estrecho con los grupos y revistas de vanguardia, y desde 1921 bajo la nueva identidad pública que forjó uniendo al paterno el apellido de soltera de su madre mediante las sofisticadas partículas holandesas «van der». El año que adoptó el nombre Mies van der Rohe fue también el de su separación matrimonial, y el de su inscripción en el concurso del edificio de oficinas en Friedrichstrasse, un proyecto que—junto con los otros cuatro proyectos teóricos realizados en los tres años siguientes—señalaría un cambio trascendental en su trayectoria, y seguramente también en la historia de la arquitectura del siglo XX... [+]


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