La conversación tuvo lugar en las azoteas de Baluarte, en Pamplona, poco después de que Vicente Verdú presentase a Álvaro Siza en el marco del congreso ‘Arquitectura necesaria’, organizado por la Fundación Arquitectura y Sociedad. Verdú y Siza se conocen desde hace tiempo, y su amistad se enriquece con las perspectivas diferentes, pero es probable que también complementarias, con que observan el mundo: por un lado, la mirada de un gran arquitecto dotado de una sensibilidad lírica y de una lucidez en verdad poco comunes; por el otro, la de un periodista y sociólogo que ama el arte y la arquitectura, y que observa la realidad con agudeza y apasionamiento.

Vicente Verdú (VV): La primera vez que me encontré contigo, yo había dejado de fumar y, como tú fumabas un cigarrillo tras otro, te dije: «Si usted dejase de fumar, se notaría una respiración mejor, ya no se cansaría tanto pero, sobre todo, es que ganaría mucha lucidez». A lo que respondiste: «¿Todavía más?». Yo creo que esto define mucho tu obra: esa lucidez o esa conciencia de lucidez en tu trabajo. Y sobre eso quería preguntarte.

Álvaro Siza (AS): Ya, pero también soy consciente de mi falta de lucidez, y eso me produce muchos problemas (...)