Situada en las inmediaciones del puerto, en el punto en el que se encuentran la medina, el barrio art déco y los desarrollos urbanos recientes, la nueva estación ferroviaria de Casablanca alberga bajo una extensa cubierta todas las funciones propias de un intercambiador: las zonas de circulación y de espera, un área comercial y un aparcamiento subterráneo de dos plantas. Esta gran cubierta de acero y madera se sostiene mediante un conjunto de delgadas columnas, que en su parte superior se ramifican en ocho tramos para dejar paso a una luz lateral tamizada que baña el espacio central. El carácter hipóstilo del edificio se acentúa mediante unas piezas moldeadas de fundición de aluminio, que sostienen las ocho ramas del leve capitel y que se prolongan en una suerte de fuste acerado. Así, mediante el control de la geometría y de la luz, la estación Casa-Port respeta la tradición local de los edificios públicos islámicos al tiempo que da cuenta de la permanente modernidad de Casablanca.