Contenido
Masa crítica. De la A a la Z, veintiséis términos encadenan un itinerario para adentrarse en los territorios por donde transita hoy la arquitectura. Entre la deconstrucción filosófica y lo informe digital, y entre los análisis teóricos de Eisenman y los diagnósticos políticos de Koolhaas, la evolución de las ideas y las formas en los últimos años abre campos de reflexión y actuación más amplios, pero paradójicamente más difusos; antes que despejar el horizonte del futuro, la última exposición del holandés y el último libro del norteamericano encarnan desde posiciones extremas el paradigma cultural posmoderno.
Sumario
Hal Foster
Voces en vanguardia
Pequeño diccionario del diseño
Mario Carpo
La era del pliegue
De lo deconstruido a lo maleable
Aureli y Mastrigli
Oposiciones posmodernas
Eisenman contra Koolhaas
Tema de portada
Erupciones biomórficas. Sinuoso y con una piel de discos metálicos, el centro comercial deviene emblema de un cambio de imagen urbana; bulboso y punteado de lucernarios saltones, el centro de arte se convierte en polo de atracción para la ciudad histórica; alabeado y coreográfico como una formación floral, el auditorio convierte la meca del cine en meca musical.
Arquitectura
Future Systems
Selfridges, Birmingham
Cook y Fournier
Kunsthaus, Graz
Frank Gehry
Disney Hall, Los Ángeles
Frentes diagonales. Un laberinto de antiguas bodegas inspira el prisma craquelado de este centro austriaco para la promoción de espumosos; los itinerarios que cruzaban el solar dictan la distribución de usos del centro estudiantil en el campus del IIT; y tres cauces energéticos —un río, una vía férrea y una línea eléctrica— actúan como coordenadas del centro cultural japonés.Steven Holl
Centro del vino, Langenlois
Rem Koolhaas/OMA
Centro universitario, Chicago
MVRDV
Centro cultural, MatsudaiArgumentos y reseñas
Patrimonios pictóricos. Málaga y Palma de Mallorca han estrenado museos, alojados en arquitecturas históricas: un palacio renacentista exhibe parte del legado de Picasso, y un baluarte de la antigua muralla, la Colección Serra.
Arte / Cultura
Alfredo Taján
Picasso vuelve a Málaga
Santiago B. Olmo
El Baluarte de Palma
Dos atmósferas artísticas. Londres ha acogido dos acontecimientos artísticos: Bill Viola ha expuesto sus ‘pasiones digitales’ en la National Gallery; y Olafur Eliasson, una de sus ‘naturalezas artificiales’ en la Tate Modern.Juan Antonio Ramírez
Bill Viola en la National Gallery
Hubertus Adam
Olafur Eliasson en la TateCronistas y eruditos. En formatos que van desde el catálogo a la colección de ensayos, la arquitectura se contempla a la luz de fenómenos planetarios recientes, o desde los fundamentos de la propia disciplina.Historietas de Focho
Moreno Mansilla y Tuñón
Autores varios
LibrosÚltimos proyectos
Seis interiores. Los restaurantes Les Cols en Olot y La Manduca de Azagra en Madrid ofrecen una insólita carta de materiales; la boutique barcelonesa Sita Murt y la librería murciana Tierra muestran sus productos en muebles multifuncionales; finalmente, el ático madrileño y la clínica jerezana acotan universos especializados con una definición minuciosa de las superficies.
Técnica / Diseño
Aranda, Pigem y Vilalta
Francisco Mangado
Bailo y Rull
Javier Peña
Manuel Ocaña
Tomás Carranza
Para terminar, Luis Fernández-Galiano reflexiona sobre la vulnerabilidad de las infraestructuras que hacen posible la vida urbana, a raíz del trágico atentado del 11 de marzo en Madrid. Dos años y medio después del 11-S neoyorquino, las bombas colocadas en trenes de cercanías por terroristas islámicos han demostrado que la ciudad horizontal es tan frágil como la vertical.Productos
Oficinas
Resumen en inglés
Masa crítica
Luis Fernández-Galiano
Tristes trenes
Luis Fernández-Galiano
Masa crítica
La arquitectura parece haber alcanzado su masa crítica: ese volumen a partir del cual las colisiones azarosas entre las partículas provocan una reacción en cadena y el consiguiente estallido de su núcleo. Como en los restaurantes donde una mesa ruidosa obliga a elevar el tono a las demás, de suerte que al poco todos los comensales fuerzan la voz y nadie oye, el griterío semántico de los proyectos contemporáneos ha suscitado una emulación en el énfasis y una aceleración de las colisiones expresivas que, al multiplicar sus efectos en la algarabía de los medios, sitúan esta disciplina en el umbral de la desintegración explosiva. En la ciencia ficción cinematográfica de los años cincuenta, la masa causaba a su alrededor el pánico tanto por su condición informe como por su crecimiento incontrolado, y ambas circunstancias se reproducen hoy en los volúmenes aleatorios y los bultos agitados de una arquitectura bulímica.
Hinchada como un odre por la publicidad y el espectáculo, esta actividad utilitaria y artística flota inconsciente en el cielo desteñido de los globos, contemplando el enjambre afanoso de la multitud atareada con el desprecio olímpico de Harry Lime desde lo alto de la noria del Prater. Llena de aire caliente o de helio inflamable, sus formas turgentes evocan patologías económicas de signo contrapuesto, pero igualmente devastadoras: como burbuja producida por la prosperidad opulenta, su incremento obeso amenaza con el reventón catastrófico que periódicamente drena de humores los mercados recalentados y febriles de los valores o los inmuebles; y como moneda simbólica acuñada en exceso, su pérdida de valor significativo se acelera exponencialmente hasta alcanzar el vértigo hipnótico de una hiperinflación que devalúa el impacto de las arquitecturas al nivel ínfimo de los billetes de Weimar.
En esta coyuntura incandescente, donde la acumulación de accidentes sólo produce fatiga, y cuyo ruido de fondo es tan alto que únicamente se obtiene la atención del teatro global con incidentes apocalípticos, los arquitectos suben las apuestas como jugadores compulsivos, y el estruendo de casino apaga la existencia comunicativa de arquitecturas silenciosas, sedantes o seguras. La defensa del exceso que inauguró Venturi con su rechazo del less is more miesiano, sugiriendo que, por el contrario, less is a bore (extendida por Koolhaas con palabras y hechos en su censura hastiada de las miestakes), conduce a un escenario neobarroco, hacinado de gestos y signos que pugnan por elevarse sobre una confusión abigarrada de partículas elementales en ebullición convulsiva de colisiones: más es más, pero nunca es suficiente. La temperatura del reactor sigue en ascenso; alguien debería introducir barras de grafito en esa masa crítica.