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El sueño de Asturias. Definido geográficamente por su situación límite entre la cordillera y el Cantábrico, y económicamente por su pasado minero e industrial, el Principado de Asturias tiene en la arquitectura una baza para situarse en el escenario global. En las décadas centrales del xx, la región contó con certeros representantes de las tendencias que jalonaron el siglo, mientras que el panorama actual ofrece un elenco más largo, con presencias locales y extranjeras; una de ellas es el brasileño Oscar Niemeyer, premio Príncipe de Asturias y autor de un centro cultural en Avilés que revitalizará la región.
Sumario
Antón Capitel
Modernidad y clasicismo
El siglo xx en Asturias
Fernando Nanclares
Reconquista interior
Últimas décadas en el Principado
J.M. Iribas y F. Mangado
El efecto Niemeyer
Avilés en el Arco Atlántico
Paisaje en mutación. Repartidas por la movida orografía asturiana se presentan doce obras por orden alfabético de sus autores: un centro deportivo en Langreo; un edificio de oficinas en el Parque Tecnológico de Llanera; el centro de visitantes de la villa astur romana de Veranes, Gijón; un prototipo de garaje repetido siete veces en Turón, Mieres; una nueva grada cubierta en el complejo deportivo Las Mestas de Gijón; en la misma ciudad, dos edificios para la Autoridad Portuaria,?uno para servicios administrativos y la sede de la institución; la reforma del Museo Arqueológico de Oviedo; un centro de interpretación en Illano, en la comarca de Navia; un conjunto industrial para la empresa Rioglass en el Polígono de Sovilla, Mieres; una casa familiar de alta montaña en Parres; y un bloque de quince viviendas sociales en el concejo minero de Degaña.
ACXT, Langreo
Fdez., Juárez y Alonso, Llanera
Manuel García, Gijón
M. Ángel García-Pola, Mieres
Alejandro G. Vigil, Gijón
Longo y Roldán, Gijón
Andrés D. Llaca, Gijón
Pardo y García, Oviedo
José Ramón Puerto, Illano
Daniel Villanueva, Mieres
Zigzag, Parres
Zon-e, Degaña
Argumentos y reseñas
Otras miradas. Kazuyo Sejima dirige la xii edición de la Bienal de Arquitectura de Venecia, imbuyéndola de sensibilidad y ligereza; en el Reina Sofía, ‘Desvíos de la deriva’ descubre la fértil creación moderna latinoamericana.
Arte / Cultura
Richard Ingersoll
Encuentros en Venecia
Juan Antonio Cortés
El Norte está en el Sur
Dos ausencias. El décimo aniversario de la prematura muerte de Enric Miralles coincide con la desaparición de José Antonio Corrales; del primero se repasan cuatro de sus proyectos para cementerios, del segundo, su trayectoria.
Marta García Carbonero
Diez años sin Miralles
L. M. Mansilla y E. Tuñón
Corrales, in memóriam
El canon de Eisenman. El arquitecto neoyorquino selecciona diez edificios imprescindibles de la modernidad; además, dibujos de arquitecturas históricas, estudios y películas sobre casas esenciales, y fotografía actual.
Historietas de Focho
Nueva Vía Sacra Cantábrica
Autores varios
LibrosÚltimos proyectos
Arte americano. El Museo del Condado de Los Ángeles (LACMA) inaugura la segunda fase de su ampliación, a cargo de Renzo Piano; se trata del
pabellón Resnick, un amplio almacén con lucernarios en diente de sierra. En el Bowery de Manhattan, la galería Sperone Westwater abre su nueva sede, firmada por Norman Foster, un espacio vertical con una sala-ascensor móvil.
Técnica / Diseño
Renzo Piano
Ensanche horizontal
LACMA, Los Angeles
Norman Foster
Arte elevado
Galería Sperone, Nueva York
Para terminar, Luis Fernández-Galiano, tras un viaje a China, reflexiona sobre la pujanza llena de tensiones de la segunda potencia mundial a la luz de la instalación ideada por el artista Ai Weiwei para la Tate Modern de Londres: el suelo de la Sala de Turbinas se ha cubierto con una gruesa capa de pipas de girasol, cien millones de diminutas piezas de auténtica porcelana china.
Productos
Mobiliario urbano y panelados
Resumen en inglés
The Dream of Asturias
Luis Fernández-Galiano
Semillas de porcelana
Luis Fernández-Galiano
El sueño de Asturias
Si el sueño es sopor, también es deseo. En Asturias, la crisis interminable de la minería y el redimensionamiento de la siderurgia han debilitado el nervio económico de la región, produciendo una postración que muchos confunden con la somnolencia. Sin embargo, en ese panorama sombrío y acaso crepuscular surgen claridades de rotundo optimismo que expresan la ambición y el sueño colectivos. La arquitectura no es ajena a ese empeño de reconstrucción mental y material, y algunas grandes obras sirven a la vez de motor económico en el tránsito hacia una economía de servicios y de impulso simbólico en el rebranding regional y la rehabilitación de la autoestima. Junto a ellas, un cúmulo de iniciativas y proyectos dibujan un paisaje en mutación donde se enredan la incertidumbre y la esperanza.
La geografía mítica de Asturias ha sido escenario de un pasado palimpsesto, entreverado de episodios contradictorios que se superponen sobre el territorio como un pergamino que cada generación reescribe. Su orografía abrupta, que está en el origen de su aislamiento y su singularidad histórica, ha conocido a la vez el ensimismamiento de la levítica Vetusta y el fervor revolucionario de la insurrección de 1934, expresiones extremas de una polaridad que en el ámbito de la arquitectura del siglo xx ha generado fenómenos tan diferentes como la contundencia plástica de las presas y centrales hidroeléctricas de Joaquín Vaquero y el clasicismo visionario de la Universidad Laboral de Luis Moya en Gijón, una Civitas Dei levantada como exorcismo frente a las turbulencias de la ciudad de los hombres.
Sin embargo, ni la obra pública que matiza con sensibilidad artística las formas producto del cálculo ni el proyecto que aspira a detener el tiempo con un clasicismo normativo pueden describirse como ‘arquitectura asturiana’, porque tanto la ingeniería como los órdenes clásicos tienen una dimensión cosmopolita que los convierte en genuinos estilos internacionales. El término, hoy como ayer, debemos reservarlo para ese excepcional prerrománico que ha hecho de Asturias destino de peregrinaciones arquitectónicas: una de las pocas síntesis singulares que ha aportado la Península al acervo de la historia universal de la disciplina, con la influencia carolingia y los ecos bizantinos de un ramirense que alcanza la perfección absoluta en la esbeltez manierista de la irrepetible Santa María del Naranco.
La Asturias de esta hora, lejos de sus orígenes ancestrales, y enfrentada a una doble crisis demográfica y económica, promueve su futuro con obras emblemáticas que sirvan como símbolo del sueño común. De ellas, ninguna tan representativa como el centro cultural que lleva el nombre de su autor, Oscar Niemeyer, el centenario maestro carioca que aún acude cotidianamente a su estudio en la playa de Copacabana para fumar puros frente a su mesa de trabajo con el busto de Lenin, y confirmar a los que le visitamos su orgullo de ser, junto a Fidel Castro, el último comunista de América Latina, así como su satisfacción porque estrellas de Hollywood acuden a la obra de Avilés. Entre el sueño proletario y la fábrica de sueños, Asturias se enfrenta una vez más a su aislamiento con una síntesis onírica.