‘Congestión’, ‘densidad’, ‘cinismo’ o ‘supermodernidad’ son algunos de los términos que adornan reiteradamente la descripción del fenómeno de la arquitectura holandesa reciente. Desde su irrupción en el mercado editorial y permanentemente divulgada, la radical producción de la última década ha despertado por igual fobias y filias.
Y puede que este libro no contribuya decisivamente a crear nuevas adscripciones o disidencias, pero aporta una visión general del agitado y hedonista universo arquitectónico de los Países Bajos, de sus contradicciones y del enérgico entusiasmo con que afrontan su construcción los arquitectos. A caballo entre la taxonomía detectivesca y el coleccionismo desmesurado, este catálogo presenta obras y proyectos de diversa factura e irregular fortuna realizados por un sinfín de autores, así como una heterógenea colección de textos críticos con artículos tan jugosos como el de Adriaan Geuze, que ya desde su título, ‘Darwin acelerado’, es toda una invitación para degustadores de la provocación. Junto a la teoría, otro aspecto en el que se interesa el volumen, y a través del que se puede apreciar la magnitud del fenómeno holandés, es la metamorfosis del Randstad, la inexorable transformación del territorio, ya artificial en origen, en un modelo de suburbanización vertiginosamente intensificado por una acuciante necesidad de renovación de las infraestructuras y por un particular entendimiento del tiempo presente.
Preconizadas por Rem Koolhaas y materializadas por un ejército de epígonos fascinados, las intervenciones —basadas en los aspectos más mudables de la realidad contemporánea— ponen en cuestión el riguroso modelo de planificación precedente, con una fértil tradición apoyada en un ideario colectivo de corresponsabilidad y tolerancia, utopía y sensibilidad social. Estamos, nada más y nada menos, que ante una nueva entrega del frenético proceso que se lleva a cabo en Holanda, las luces y las sombras de un gigante económico que es también un pequeño país.
