La materialidad contundente de la arquitectura de Peter Zumthor parecía difícil de encajar en el actual imperio de lo efímero; sin embargo, el jurado del premio Pritzker ha destacado las cualidades intemporales de la obra del arquitecto suizo en la entrega del prestigioso galardón. En sus tres décadas de ejercicio, Zumthor ha demostrado claras simpatías regionalistas, con obras enraizadas en el entorno y dotadas de gran densidad tectónica. Sus dos últimos edificios construidos, el Museo Kolumba en Colonia (véase Arquitectura Viva 116), o la Capilla Bruder Klaus (arriba, véase Arquitectura Viva 120), confirman este estilo, aparentemente modesto y tranquilo, pero capaz de transmitir una fuerte tensión entre las propiedades materiales y las atribuciones espirituales de la arquitectura. Zumthor ha sabido explotar su formación inicial como ebanista para crear vibrantes atmósferas mediante la experiencia de las texturas y los juegos de luces, insinuando lo esencial y lo trascendente.