Uno de los objetivos prioritarios de la Fundación COAM es ofrecer una plataforma de difusión del trabajo de los arquitectos madrileños. Y esa loable aspiración ha cristalizado en ‘Monoespacios’, un ciclo expositivo coordinado por Ignacio Borrego, Néstor Montenegro y Lina Toro, y desarrollado a partir del binomio ‘buen perfume/ frasco pequeño’. El buen perfume es, en este caso, el trabajo de un puñado de profesionales radicados en Madrid; y el frasco pequeño no es otro que el reducido contenedor de la sala de la Fundación, en la calle Piamonte, donde se montan las exposiciones del ciclo. De su éxito dan cuenta tanto el numeroso público que acude a visitarlas como la buena acogida que ha tenido la serie de publicaciones, asociadas a los montajes.
Diseñado por Gráfica Futura, el formato de los catálogos refleja el espíritu de la iniciativa con pulcritud y eficacia. Las portadas son monocromáticas, y tanto la estructura expositiva —con dos ensayos por catálogo, uno de un crítico veterano y otro de un autor joven— como el tratamiento de las imágenes y la tipografía son invariables. Pero ni siquiera sobre este fondo uniforme la arquitectura madrileña resulta monocorde. En la presentación de la primera entrega, los comisarios recordaban al Alfred Stieglitz que fotografiaba nubes y reconocía en ellas sus cambios de humor para describir la serie que se iniciaba como una «colección de estados de ánimo». Y si como tal debemos considerarla, un posible rasgo común de las arquitecturas proyectadas desde Madrid es que su temperatura anímica resulta idéntica a la de la propia ciudad: chispeante antes que melancólica, impaciente antes que reflexiva, y decidida antes que dubitativa.
Con la producción de los diez equipos que ya ha recogido ‘Monoespacios’ se obtiene un panorama que comprende desde nombres conocidos y reconocidos hasta otros sin apenas realizaciones. Por orden de aparición, son: Fraile & Revillo; Fresneda & Sanjuán; Paredes & Pedrosa; PO2: Parga & Otegui; Estudio Cano Lasso; Nieto & Sobejano; Antón García Abril & Ensamble Estudio; Belinda Tato, José Luis Vallejo y Diego García-Setién, de Ecosistemaurbano; Nuñez & Ribot; y Javier de Antón & Ángel Luis Tendero, de C2 Arquitectura. Ya ellos se asocian, en los textos de los catálogos que explican las obras, rasgos como el entendimiento psicológico del espacio; el manejo de herramientas múltiples en lugar de la búsqueda de un estilo definido; la consistencia formal y la racionalidad material; la lectura atenta de las claves del lugar y su incorporación al proyecto; la capacidad de resolución de numerosas demandas con medios limitados; la voluntad de transformar lo existente; la conciliación entre el pasado y el presente; la pasión de inventar; el interés en los procesos de construcción junto al compromiso con la producción industrial; y, por último, el empeño en transformar lo cotidiano en excepcional. Son sólo diez rasgos seleccionados casi al azar, y diez estudios, pero resultan suficientes para dar cuenta de esa pluralidad de la arquitectura madrileña.