Opinión 

‘Ich bin ein Spanier’

Jean Nouvel, entre Madrid y Barcelona

François Chaslin 
31/08/2005


«¡La verdad, de este lado de los Pirineos; más allá, ¡el error!». De este modo se enseñaba antaño a los niños de las escuelas francesas, antes de que Europa alisara los contrastes. Así, esta frontera que separaba su país de España los iniciaba en la relatividad de todo juicio. La frase es de Blaise Pascal. No existe una verdad francesa en arquitectura, al menos no una que yo conozca. También tengo dificultad en rastrear los rasgos hispanos de la arquitectura española. Sin embargo, en el ambiente taciturno, un poco agresivo incluso, que se respiraba en el día de la inauguración de la ampliación del Reina Sofía, Jean Nouvel creyó necesario precisar que él se siente mediterráneo. Ello es así porque nació, hace 60 años, en Fumel, en el departamento de Lot y Garona, bastante lejos en cualquier caso de los Pirineos, ya que hay que conducir 288 kilómetros para llegar al puerto de Puymorens. De todas formas, la moda universal de la cocina italiana, e incluso la del jamón de Jabugo, convierten a nuestros contemporáneos, incluso a los nacidos en Los Ángeles, en cierto tipo de mediterráneos. Así es que los habitantes de Copenhague se considerarán aludidos cuando Nouvel confirme «Jeg er et middelhavsmenneske» (soy mediterráneo) en la inauguración del auditorio que allí construye, igualando en seducción a aquel John F. Kennedy que, el 23 de junio de 1963, en plena guerra fría, dijo «Ich bin ein Berliner» (soy berlinés).

Jean Nouvel tiene la pretensión de exportar a España cierta manera de trabajar, de introducir un nuevo registro en la tradición madrileña —que él considera compuesta de ladrillo, piedra y hormigón, y generalmente en busca de la masividad—. Pretende invocar sensaciones, nuevas emociones relacionadas con la luz, con las formas y los colores, como testimonio de la estética de este magnífico siglo XXI que comienza... [+]


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