El taller de Gaudí en la Sagrada Familia

Juan José Lahuerta 
30/06/2002


Todas las fotografías publicadas en la entrega monográfica que en julio de 1926 Gaseta de les Arts dedicó a Gaudí con motivo de su muerte nos muestran vistas del taller del arquitecto en la Sagrada Familia o imágenes de los procesos escultóricos por él empleados. Por un lado, figuritas de alambre y tela metálica, modelos posando entre espejos, esqueletos en la cruz, muñecos de tela de gallinero que van convirtiéndose en ángeles; por otro, interiores repletos de yesos: sólidos geométricos, fragmentos de arquitectura, maquetas, partes anatómicas, cuerpos humanos completos, rocas, plantas, animales... o mesas y estantes llenos de dibujos, de rollos, de papeles.

Evidentemente, la intención de Joaquim Folch i Torres, director de la revista y editor del número, es mostrar, en el momento mismo de la desaparición de Gaudí, su obra aún viva, el taller en desarrollo, en crecimiento febril, la obra proteica expandiéndose más allá de la muerte. El taller de Gaudí, vienen a decirnos esas imágenes, no es la oficina de un arquitecto común, sino un lugar en el que las formas y la materia, en un estado de abundancia extraordinaria, se desbordan; el centro mismo del torbellino de la creación, del perpetuum mobile, donde la materia cambia y se transforma infinitamente sin dejar de ser la misma, rica y generosa sin límites. Éste no es el despacho que produce fríos planos, números, cálculos y presupuestos, sino el obrador del artista demiurgo, que crea modelando con sus manos y soplando en las formas...[+]


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